Por Roberto Veras.-
La comunicación social juega un papel crucial en nuestra sociedad. Es un vínculo vital que permite compartir información, si este vínculo se rompe, muchas otras empresas de comunicación tendrán dificultades para operar. Desafortunadamente, los periodistas están siendo atacados y vejados.
Periodistas, fotógrafos y productores son puestos de trabajo habituales en este campo. Estos puestos de trabajo son muy gratificantes y presentan una perspectiva positiva, pero tampoco se puede negar que son puestos de trabajo de alto riesgo.
Lo que estoy diciendo ha sido puesto en evidencia el pasado fin de semana cuando el periodista Juan Francisco Pérez Ruíz intentaba realizar una fílmica después de ser iniciado a la cinco de la tarde el toque de queda.
Las autoridades policiales deben juzgar su rol de protección a la ciudadanía, no es posible que una turba de vecinos agreda un periodista en el desempeño de sus funciones y en presencia de dos agentes de esta institución, y estos agentes se mantuvieran al margen como si nada estuviera sucediendo.
Teniendo en cuenta la situación actual, los periodistas y videógrafos tienen que viajar a zonas de conflicto para cubrir historias que incluyen crímenes, conflictos de derechos humanos y cuestiones políticas. Por lo tanto, ponen sus vidas en grave peligro por el bien de la sociedad.
Pérez Ruíz ha sido una imagen de la realidad y sería incorrecto describir el trabajo de periodista como simplemente de alto riesgo, ya que cada día que pasa, ésta sociedad violenta se está volviendo más fatal y el periodista pone en peligro su propia vida.